Desarrollo cerebral en la infancia

La maduración cerebral en la infancia es un evento natural que como padres debemos conocer para evitar los comúnmente llamados terribles 2 primeros años en nuestros niños.

Y es que a medida que los niños van creciendo, no solo físicamente, también van madurando emocional y cognitivamente; alrededor de los 24 meses el niño ya desarrolla la conciencia en si mismo y adquiere la capacidad de regular sus emociones y conductas, además las nuevas actividades que realizará debido a que ahora posee una mayor movilidad física lo dirigirán hacia la exploración.

Si tienes un niño por entrar a esta edad prepárate y no entres en pánico, tu niño ya entendió que su vida no depende enteramente de la mamá o del papá y buscará con ahínco demostrarlo buscando independizarse en cada una de sus acciones. Estos cambios según Diane Papalia pueden estar relacionados con la mielinización de los lóbulos frontales que coincidentemente empiezan a los 24 meses de vida.

¿Qué es la mielinización?

La mielinización es el recubrimiento de los axones en las neuronas con una capa de proteínas llamada mielina, este proceso permite que los impulsos nerviosos se transmitan a una mayor velocidad y como consecuencia permiten una mejor comunicación entre las neuronas. Esta mejora en la comunicación permite un mayor número de sinapsis eficientes, pieza que será clave en la maduración cerebral en la infancia.

¿De qué se encargan los lóbulos frontales?

Bueno, estos lóbulos recién mielinizados en tu niño se encargan de planear, regular y controlar distintos procesos psicológicos: control de impulsos, socialización, producción del lenguaje, juicio, entre otros.

¿Por qué empieza el NO?

Erik Erikson, en su teoría del desarrollo psicosocial, planteó un periodo (comprendido entre los 18 meses y los 3 años de edad) donde el niño consciente de su individualidad empieza a sustituir el juicio de sus cuidadores por el suyo propio.

Los niños necesitan demostrar que tienen cierto control sobre su mundo y que ahora poseen nuevos y emocionantes “poderes”; al ser capaces de transmitir sus deseos por medio del lenguaje observan que sus peticiones repercuten en los demás y se materializan en acciones para él.

El niño pasa de un plano pasivo a uno activo y aparece el: “¡Hago yo!”; con su incipiente conciencia los niños ahora están motivados a probar sus propias ideas, ejercer sus preferencias y tomar sus decisiones, así que si alguna vez tus deseos van en contra de los que ellos crean correcto, el “NO” de sus cuidadores pasará a un segundo plano por debajo de su propio “SI”. Esta fase no siempre negativa de resistencia a la autoridad alcanza su punto más alto entre los 3 y 4 años de vida y disminuye al rededor de los 6 años.

Afortunadamente estas conductas no son universales y dependen mucho de la cultura donde se desarrolle el niño, los terribles dos años no son una sentencia para los padres, y con un buen manejo y flexibilidad se puede vivir esta etapa con armonía y sin preocupaciones.

Algunas recomendaciones

En caso de que estés cuidando a un niño con sus lóbulos frontales recién mielinizados o conozcan a alguien que lo esté haciendo, te dejo una serie de sugerencias a tener en cuenta en esta etapa:

  • Sea flexible con el niño.
  • Bríndele objetos irrompibles con los que el niño pueda explorar su mundo sin riesgos.
  • Evite el castigo físico, suele ser ineficaz.
  • Ofrezca opciones, así sean limitadas para dar al niño cierto control.
  • Haga cumplir de manera sistemática las obligaciones necesarias.
  • Sugiera en lugar de dar órdenes, no acompañe las peticiones con críticas o amenazas.
  • Relacione sus peticiones con actividades agradables.
  • Comprenda que para los niños pequeños es más difícil obedecer los “haz” que los “no hagas”. “Limpia tu cuarto” implica más esfuerzo que “No escribas en los muebles”.
  • Mantenga el ambiente tan positivo como sea posible. Haga que el niño desee cooperar.

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Infografía del tema

Infografía sobre el Desarrollo cerebral en la infancia - Software Cognitivo

Escrito por

Marco Piscoya Encajima

Fundador y Director de Software Cognitivo. Bachiller en Psicología de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo.